martes, 12 de junio de 2012

El coche que anda solo elcorreo.com

Un automóvil con piloto automático, diseñado por el CSIC, recorrió sus primeros cien kilómetros por carreteras de Madrid Iñaki Esteban


Si la mayoría de los accidentes se produce por la mala cabeza de los conductores, ¿cabe imaginar un futuro en que los propios automóviles vendrán equipados con un fiable piloto automático que reducirá esas desgracias a cero?
En el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) le están dando vueltas a esta idea des- de hace quince años en un proyecto de aires futuristas llamado Autopía, cuyo objetivo es sentar las bases para una conducción "más eficiente y segura". Una seguridad que implica que el ser humano no ponga sus manos en el volante.
Para ello han creado un coche que, efectivamente, anda solo. Se llama Platero, por el famoso borrico del escritor Juan Ramón Jiménez. Y le han precedido en esta investigación otros coches de nombres también literarios, como Babieca, el legendario caballo de El Cid, y Rocinante, el jamelgo que sufrió las locuras del Quijote.
Ahora se trata precisamente de lo contrario, de que Platero sirva para que las imprudencias de los conductores no interfieran en la circulación. ¿Cómo? Con un sistema de navegación que le permite situarse con un margen de error de 50 centímetros, y con un sistema de visión artificial con el que puede examinar la carretera y los obstáculos que encuentre a su paso. Además cuenta con un dispositivo que simula la conducción humana y toma decisiones en función del tráfico y del estado de la vía.
Platero hizo el sábado sus primeros cien kilómetros de rodaje. Fue del Escorial al Centro de Automática y Robótica del CSIC en Arganda del Rey, en Madrid, a unos 60 kilómetros por hora, con una persona a bordo para controlar el comportamiento del coche y custodiado por la Guardia Civil.
Ha necesitado un coche guía, llamado Clavileño, como el caballo de madera con el que unos duques gastaron una pesada broma al Quijote y a Sancho Panza. Fue unos metros por delante de Platero, al que enviaba diez mensajes por segundo para que se situara con precisión y actuase de la manera más adecuada.
Teresa de Pedro, la encargada del proyecto, explicó que el uso del coche guía se debe a que "los navegadores convencionales no están totalmente actualizados en cuanto a desvíos y a señalización de accidentes". De tener esta información, Platero iría solo.
Si el experimento llega a tener una viabilidad real, se acabarán las disputas en la carretera, los insultos y las amenazas. Una vez programado, el coche se convertiría en un lugar para hablar, para disfrutar del paisaje. Para cualquier cosa menos para conducir.

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