lunes, 20 de mayo de 2013

La realidad del Barroco granadahoy.com


esta época, no en un catálogo de artistas o de firmas
BERNARDO PALOMO
Si Velázquez, Zurbarán, Murillo, Martínez Montañés…, aquellos grandes del Barroco español, hubieran pintado o tallado todo lo que a ellos se les atribuye, todavía, estarían en activo y a tiempo completo. Con esto pasa lo mismo que con el Signum crucis; si todas las reliquias pertenecieran a la verdadera cruz donde se ajustició a Cristo, los bosques hubieran desaparecido de la faz de la tierra para que se hubiera podido construir. Pues, igualmente, no existe una colección de arte antiguo que se precie que no se publicite con algunos Velázquez, Murillos o Zurbaranes como piezas centrales - sólo los coleccionistas más juiciosos, o menos pretenciosos, admiten aquello de "escuela de…" o "atribuido a…"; pero hay que decir que son los menos-. Además, incluso, hay algunos, más que atrevidos, que se presentan con burdas certificaciones de autenticidad -burdas por quién las firma y por lo que atestiguan-. A este que esto les escribe, no hace mucho, un llamado coleccionista, nuevo en esta plaza, llegado del dinero fácil del ladrillo, le presentó un grueso dossier con certificaciones salidas de espertizadores desconocidos, autentificando Zurbaranes de pacotilla, duquesas de Goya y hasta algunos enanitos -como sacados del bombero torero - adjudicados a Velázquez. Ante mi pregunta si conocían a Pérez Sánchez o a Enrique Valdivieso -no quise ponerlos en el compromiso de preguntarles por Jonathan Brown-, me tacharon de todo lo menos bonito que a alguien se le puede decir. 

Viene todo esto al caso porque, una vez más, lo primero que se ha publicitado de esta exposición que se presenta en las salas del Centro Cultural de CajaGranada es que contiene obras de Zurbarán, Murillo, Velázquez, Claudio Coello…; de nuevo los nombres por delante. No soy quién para poner en duda la autenticidad de las obras presentadas. Es más, siempre tengo por norma, olvidarme de las firmas; sobre todo, en este tipo de manifestaciones artísticas. Me dejo llevar por mi intuición y, por supuesto, por la emoción que me produce la contemplación; pero me duele que se anteponga el nombre, la firma a la calidad. Creo que es un tipo de acomplejamieno. 

Esta exposición es una buena muestra de arte barroco; con obras buenas, regulares y malas; obras ejecutadas por artistas buenos, regulares y malos. Es una muestra de arte barroco, con todo lo que eso supone: religiosidad suprema, espiritualidad llevada a cabo con mayor o menor fortuna, algunos bodegones de buena factura y, también, algunos retratos. Me sobran absolutamente las firmas porque, además de las dudas razonables que pueden aportar, la originalidad y la autenticidad sólo sirven para deslumbrar las miradas escleróticas de los menos sensibles. Hay que decir que se trata de una muestra que nos adentra en el espíritu del Barroco artístico; no en un catálogo de artistas. Estamos ante una exposición que agrupa obras de muy dispar naturaleza creativa -buenas y menos buenas-, muy interesantes, de clara influencia y manifiesta factura de taller. Nada de lo cual desmerece. Olvidémonos de los nombres, muchos probablemente, acertados; otros de dudosa filiación…; es decir, lo de todas estas colecciones. Gocemos con lo que nos inquiete y nos maraville y huyamos de espurias firmas que, a lo mejor, si fueran de quien dicen que son, nos sorprenderían, cuando no, desfraudarían.

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