martes, 29 de octubre de 2013

22 granadinos llevan a Togo 9.200 kilos de comida, medicinas, ropa y material escolar ideal.es

La Fundación Takeli viaja cada año, desde 2005, al país africano para mejorar la educación y la salud de cientos de menores togoleses

 
Los miembros de la fundación reparten material escolar a niños de Togo. :: IDEAL

El hambre, el analfabetismo, la malaria o las úlceras de buruli son los principales enemigos de Ramón Takeli y todos los socios de la fundación que preside este togolés, profesor en Granada, que cada año, desde 2005, pasa la primera quincena de agosto junto a varios socios ayudando a los menores de su país natal.
Carmen Morell, Jesús Ruiz, Manuel Quesada o Julia de la Cruz fueron algunos de los 22 granadinos que acompañaron a Takeli en su empresa anual en favor de la educación y la salud para los más desfavorecidos del país africano. Pero no se fueron con las manos vacías: 400 cajas, con 23 kilos de comida, medicinas, ropa y material escolar cada una fueron las armas que la Fundación Takeli se llevó para luchar por los niños togoleses. En total, 9.200 kilos, 325.000 euros, de futuro y posibilidades.
Mejorar la educación y la sanidad es el principal objetivo de la Fundación Takeli. Y para conseguirlo lo más importante es levantar las infraestructuras necesarias. Con este fin, desde su primer viaje, la fundación ha construido en el poblado de Bodjondé una escuela primaria, un colegio, un instituto y varios pozos de agua potable; un bien casi inexistente en la región. Además, este año ha inaugurado la Escuela Agraria Granada, un centro que trata de formar a los jóvenes locales en distintas profesiones, como la carpintería o la albañilería, pero sobre todo en la agricultura «porque saben recolectar pero no cultivar, y es importante que aprendan a sacarle provecho a sus campos, porque disponen de buenas condiciones para ello», apunta Takeli.
Para Carmen Morell y Jesús Ruiz su primer año en Togo ha supuesto una experiencia «agridulce», porque «ves como todo lo que haces es mínimo en comparación a lo que necesitan», afirma Ruiz, médico de profesión. «Sin duda, recibes de ellos mucho más de lo que tu les puedes dar», sentencia Morell, una enfermera que desde que regresó solo piensa en soluciones para combatir las úlceras de buruli, un mal que afecta a muchos menores togoleses y que solo requiere «de un pequeño tratamiento que cuesta menos de 50 euros».
La más joven de la expedición tiene 18 años. Se llama Julia de la Cruz y estudia Arquitectura; con las miras puestas en desarrollar sus futuros proyectos en Togo, donde asegura que ha encontrado «las sonrisas más grandes y verdaderas que he visto nunca» y también «los problemas reales que hay en el mundo, que no tienen nada que ver con lo que sale en la tele ni tampoco con los problemas que podemos tener aquí», sentencia.
Manuel Quesada, secretario de la fundación, ya ha viajado cinco veces a Togo con el objetivo de servir de ayuda y siempre se ha encontrado con la misma contradición: «Ellos me ayudan a mí más de lo que yo les pueda ayudar, allí encuentras los verdaderos valores espirituales que hacen a los seres humanos ser personas», concluye este dentista al que siempre acompaña un lema: «Cuando se tiene claro el por qué, es muy fácil conseguir el cómo».

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