sábado, 22 de febrero de 2014

asistieron a Machado en su finLas dos mujeres que granadahoy.com

BELÉN RICO GRANADA
1. Los miembros de la familia Machado que partieron juntos al exilio, a excepción de las tres sobrinas, evacuadas a Rusia. 2. Madame Quintana entrevistada por Antonina Rodrigo en 1967. 3. Una imagen del poeta, que falleció en Collioure en 1939. 4. Primera tumba de doña Ana Ruiz.
Madame Juliette Figuères y madame Pauline Quintana son los personajes principales de la historia que ahora ha rescatado Antonina Rodrigo sobre los últimos días de vida de Antonio Machado en Collioure, Francia. La investigadora granadina ha publicado un folleto dedicado al poeta para conmemorar el 75 aniversario de su muerte. La escritora recoge la dimensión altruista de las dos mujeres francesas que paliaron el desamparo de la vida del autor y su familia en la dramática salida de España en la madrugada del 22-23 de enero de 1939 y su llegada a Francia. Las dos ejercieron decisiva y solidaria influencia en un tiempo desolado en la vida a la deriva del poeta. 

Cuando Antonio Machado, su anciana madre, su hermano José y Matea, su mujer, llegan a Collioure en un tren atestado de refugiados españoles en el que nadie les conoce, el cuadro que presenta la familia, como todos aquellos que entran a pie, bajo la lluvia o la nieve, es desolador. La madre, de 85 años y con la razón perdida, pregunta si llegan pronto a Sevilla y está obsesionada, en su demencia senil, por la salud de su hijo Antonio, agotado y enfermo. 

Fatigosamente, entre la multitud, descienden de la estación a la Placette, en el centro del pueblo. Allí, madame Figuères tenía un comercio de tejidos y mercería. A la puerta del establecimiento había instalado un velador con un termo de café y otro de leche caliente y pan, que ofrecía generosamente a los que pasaban por allí. 

Los Machado no se acercaron a pedir sustento sino un asiento para que descansaran doña Ana y su hijo Antonio, exhaustos por la caminata. La dueña sin embargo los invita a pasar y les ofrece un café. Pero su gesto no iba a terminar allí. Su compromiso surgió de inmediato sin saber que aquel anciano era uno de los mayores poetas de España. 

Frente al establecimiento se encuentra el pequeño Hotel Bougnol Quintana, donde entra en escena madame Quintana, propietaria del establecimiento que los acoge cálidamente y les ofrece dos habitaciones, una para la madre y su hijo Antonio y otra para José y Matea. Se dispone a ofrecerles un refrigerio, pero ellos sólo quieren descansar -la noche anterior, del 27 al 28 de enero, la habían pasado ateridos en un desahuciado vagón-. 

Antonina Rodrigo explica el papel que las dos mujeres francesas van a representar en el último acto de la vida del poeta. Gracias a madame Figuères, los dos hermanos van a tener mudas para cambiarse y bajar juntos al comedor, sin necesidad de turnarse la camisa. También sellos para escribir a las tres hijas de José y Matea, prensa, libros y otros detalles. Pero la caminata bajo la lluvia hasta la frontera francesa a pie y el intenso frío de la noche pasada en Cerbère agravan el asma y la dolencia bronquial de poeta. Recibe asistencia médica pero le diagnostica una muerte próxima. Su madre está en una cama junto a la suya pero no se entera de nada al permanecer en coma profundo. Madame Quintana, convertida en enfermera, despliega cuidados y atenciones alrededor de ellos. 

Tras dos días de agonía muere. Su féretro es conducido a hombros por doce soldados republicanos, entre los que se encuentra el granadino Francisco Carvajal, capitán de Segunda Brigada de Caballería de la Segunda República Española. Hoy, en Puerto Rico, es el único superviviente de esa época. 

En honor al esfuerzo de esas dos mujeres, Rodrigo se hace eco de la petición de diversos colectivos de mujeres españolas que piden que sus nombres se incorporen a los callejeros en el 75 aniversario de la muerte de Machado.

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