domingo, 29 de junio de 2014

Fin de semana histórico en las carreteras del litoral, donde generaciones estaban habituadas a las colas de tráfico en esta época del año Aparecen las primeras críticas: ni Salobreña ni las playas están indicadas en la A-7
Rosa Fernández motril | Actualizado 29.06.2014 - 01:00

La alcaldesa de Motril, Luisa García Chamorro, confiesa que "una generación como la mía no había conocido un verano sin conos". Pero, por fin, estos últimos están "desterrados y enterrados". Así describe el presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Costa Tropical, José García Fuentes, la nueva situación tras la apertura por parte de la ministra, Ana Pastor, de los tramos Taramay-Lobres y Guadalfeo-Lobres. Atrás quedó algún monumento al cono que incluso se hizo a modo de protesta. Tras la prueba de fuego de ayer, este periódico pudo comprobar que no sólo han pasado a la historia, sino que no había ni rastro de atascos.

Y es que el primer fin de semana en la Costa sin conos se saldó con un balance positivo. A la hora crítica habitual de mediodía centenares de conductores recorrían la parte estrenada de la Autovía del Mediterráneo para acceder a las playas del litoral granadino y, salvo pequeñas colas de apenas una decena de coches en la incorporación de la A-44 con la N-340, el resto de carreteras costeras no registró incidencias.

La travesía de Salobreña, que habitualmente figuraba en las páginas de la DGT como un punto negro, ha pasado a ser un lugar normal donde circular y ya sólo quedan en el recuerdo las interminables caravanas para bajar a la playa.

Aún con el alquitrán reciente y antes de cruzar el viaducto del Guadalfeo con la señalización vertical que alertaba a los conductores del peligro por proyección de gravilla, centenares de viajeros utilizaron la A-7 para desplazarse a la Costa.

La media de tiempo que comentaban los conductores consultados ayer era de unos 45 minutos (excepto algún caso más temerario, que tardó 35) en desplazarse desde Granada a Almuñécar.

Los adeptos a Almuñécar agradecieron especialmente el nuevo vial para viajar a las playas, mientras que los de Salobreña -salvo algún curioso que quiso recorrer los nuevos tramos- dejaron el viaducto del Guadalfeo a su izquierda para acceder como siempre. Para estos conductores no influye la nueva situación, excepto en que no se encuentran ni conos ni atascos. Sin embargo, muchos se perdieron, sobre todo, por Lobres.

Por despiste o por curiosidad, la carretera comarcal que recorre este anejo de Salobreña registró un aumento considerable de tráfico, que hizo buena la reivindicación de los vecinos de Lobres y del propio alcalde de la Villa, Gonzalo Fernández, quien agradeció personalmente hace apenas unos días a la ministra de Fomento que hubiese habilitado una rotonda que facilitara el tráfico en esta vía. Ana Pastor le respondió que después de haberse gastado una millonada en la ejecución de la autovía "¡cómo no iba a dejar los accesos de manera adecuada!".

Sin embargo, después de la euforia de los primeros momentos, ayer, que se produjo la prueba de fuego, aparecieron los primeros detalles que habrá que limar. La queja más generalizada de los conductores es que Salobreña no viene indicada en ningún cartel de la A-7. Antes del puente, que es donde deben abandonar la autovía, aparece Motril y Puerto pero no la Villa, por lo que creen erróneamente que debe haber otra salida. La siguiente señal vertical indica Lobres y Molvízar, por lo que ya se dan cuenta de que se han pasado.

Otra de las pegas que ponían de manifiesto ante la nueva situación era la falta de señalización a las playas de todos los municipios costeros.

Si la A-7 iba bien cargada de coches, la Nacional 340 también vivió ayer un tráfico intenso. Y es hay a quien no le compensa ir por la autovía, porque el tiempo que se emplea en subir a Taramay para incorporarse a la A-7 y luego tener que bajar por Lobres es superior para los vecinos de determinadas zonas.

Algunos salobreñeros ya están diseñando un camino 'alternativo' para acceder a la Autovía del Mediterráneo en dirección a Málaga. Se trata de una antigua vereda agraria en paralelo al cauce del Guadalfeo: "vas por detrás del polígono de la gasolinera y sales a la carretera de Lobres", comenta Carmen a su marido Antonio, aunque éste, más cauto, prefiere llegar a Taramay para acceder a la A-7.

Asimismo, en Motril, la solución no es la misma para los vecinos de la zona norte que prefieren retroceder diez minutos hasta el acceso a la A-44 en La Gorgoracha, que el resto de motrileños que cruzará la Nacional 340 para incorporarse en Lobres.

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