lunes, 21 de julio de 2014

"Pasé mi infancia escuchando a Coltrane, como una nana" granadahoy.com

El músico estadounidense y su cuarteto traen por fin el jazz al Festival de Almuñécar tras las dos primeras jornadas de mestizaje
ENRIQUE NOVI ALMUÑÉCAR
Tras las dos primeras noches en las que el acercamiento al jazz fue tangencial, el sábado de la mano y los dedos flamencos de Chano Domínguez y El Niño Josele, y ayer domingo con la música envolvente de base arábiga de Dhafer Youssef, el jazz sin sufijos ni prefijos, el jazz con mayúsculas llega al Festival de Almuñécar con el cuarteto de Joshua Redman. Redman, una de las figuras más sólidas y brillantes que ha dado el jazz en los últimos veinte años, despuntó en los primeros noventa como un fino saxofonista tenor de la escuela bop. La escena jazz anda desde hace muchos años buscando talentos a los que encumbrar como revitalizadores del género que no siempre cumplen las expectativas. 

No es el caso de Joshua Redman, que mientras se planteaba si culminar sus estudios en Harvard con un doctorado por Yale vio como las circunstancias decidían por él al otorgarle el primer premio del reputado Thelonious Monk International Saxophone Competition. El galardón le supuso un contrato discográfico con el sello Warner y al año siguiente, en 1992, debutaba con un álbum homónimo. A partir de ahí su ascenso sería fulgurante y su nombre asociado a la flor y nata del jazz. 

No era un mundo desconocido pare el joven Joshua, pues su padre, Dewey Redman, era un asiduo de la escena vanguardista neoyorquina de jazz, frecuente en las formaciones de Ornette Coleman o Keith Jarrett. "Yo le debo a mis padres mi trabajo y mi cultura musical. Y a John Cotrane (risas) porque mi madre se pasó toda mi primera infancia poniendo A Love Supreme casi como una nana para mí, recién nacido. Nosotros vivíamos en California y mi padre en Nueva York y solo lo veía unas pocos veces al año, pero cuando me empecé a dedicar profesionalmente a la música y me trasladé a Nueva York tuve además la oportunidad de tocar en su grupo durante un año y medio. Fue muy emocionante", recuerda. Efectivamente, la formación de Joshua Redman le venía de familia, y además del saxo también aprendió a defenderse con la percussion. Sobre la relación entre ambos campos instrumentales comenta: "Me gusta el saxo por la peculiaridad de su sonido, siento que me habla de alguna manera y lo he aprendido valorando a mi padre, que él sí que fue un gran saxofonista. He tocado muchos instrumentos, pero el saxofón es lo más parecido a la expresión de mi voz, como si al tocarlo estuviese cantando, y la batería me permitía controlar algo tan importante como el ritmo, el pálpito del fraseo. Puede que por ahí dentro se lleven bien lo dos", continúa entre risas. 

En su evolución como músico, Redman ha colaborado con gigantes como Pat Metheny, Chick Corea, Brad Meldhau, Joe Lovano (con quien grabó el mítico Tenor Legacy) o Charlie Haden, hasta situarse en la cima del panorama jazzístico norteamericano, de cuya tradición es heredero. Al respecto afirma que "la tradición del jazz no significa otra cosa que el lenguaje, el vocabulario y el espíritu del jazz, tal como se ha desarrollado a lo largo del siglo pasado. De todos modos, gran parte de lo que hago procede obviamente de esa tradición porque he sido influido por los grandes músicos del pasado y por el modo en que desarrollaron el lenguaje. El asunto es usar ese lenguaje para articular mis propias palabras y contar mis propias historias en presente. Contar con el canto del instrumento". En 2004 Redman se hace cargo de la dirección musical del Festival de Jazz de San Francisco y del SF Collective, un ambicioso proyecto promovido por el Festival. El puesto le da una perspectiva amplia del hecho musical sobre la que reflexiona: "Soy un músico de jazz y amo tocar jazz. Sin embargo, nunca permití que esa identidad me impidiera explorar otras músicas. He tocado con muchos grandes músicos de jazz, pero también tuve la suerte de hacerlo con músicos de otros géneros y aprendí muchísimo de esas experiencias". 

Con varias nominaciones a los Grammy, la última de ellas al frente de la Elastic Band que formó junto a Nicholas Payton, Kurt Rosenwinkel, Jeff Ballard u otros virtuosos de última generación, Redman ha explorado diversas corrientes dentro del jazz. Como ejemplo, en su último album de estudio (el último realmente es un disco en directo, Trios Live aparecido hace apenas un mes), Walking Shadows (Nonesuch, 2013) transita por múltiples tradiciones, arropado por una gran orquesta sinfónica. En él se atreve a llevar su terreno un adagio de Bach o el Let It Be de los Beatles. "Tampoco me atrevería a hacer (o no) por definición música de Bob Dylan, Joni Mitchel, Rolling Stones o Prince. A algunos le será muy apetecible, esos y otros. Simplemente es la música que yo disfruto tocando y creo que puedo trabajarla con arreglos jazzísticos modernos y de manera personal al mismo tiempo. Es cierto que existe una diferencia notable entre el vocabulario armónico de Gershwin y el de Stevie Wonder, pero el jazz siempre recurrió a sus propias concepciones armónicas para interpretar canciones populares", concluye.

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