martes, 17 de marzo de 2015

Albuñol con San Patricio: el Patrón que salió del mar periodistasenespañol.com

Cuenta la tradición popular que unos pescadores en la playa de Melicena, hoy día conocida como Peñón de San Patricio, Albuñol, provincia de Granada, sacaron de sus redes la imagen de un santo que resultó ser la de San Patricio, procedente del hundimiento de un barco irlandés, cuyos ocupantes huían de la persecución religiosa inglesa.
Francisco Gutiérrez escribe que hubo disputa entre los pescadores por quedarse con la imagen y decidieron subirla a un mulo, que tomara una dirección y que en el pueblo donde se parase allí quedaría como patrón. Ese pueblo es Albuñol, una bonita localidad de la Alpujarra baja granadina recostada en la vertiente suroeste de la sierra de la Contraviesa, en un valle al pie del monte de Las Yeseras, muy cerca ya de la costa mediterránea.
Todos los años, el día 17 de marzo, los vecinos sacan en procesión por las calles del pueblo la imagen de San Patricio que se encuentra en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, construida en 1616 y reconstruida en 1803, monumento más destacado de Albuñol. Por la noche el ambiente lúdico continúa con una verbena popular.
La fundación de este municipio hay que buscarla en tiempo de los árabes, que dividieron la Alpujarra en una docena de distritos denominados ‘tahas’ formando Albuñol y La Rábita parte de ‘Taha de Cehel’.
Por aquellos entonces Albuñol se denominaba Hins al Bonyul, lo que se puede traducir al castellano como ‘Castillo del Viñedo’. La Rábita sigue manteniendo su topónimo. Después de la expulsión de los moriscos, en el año 1505, Luis Zapata adquirió el Señorío de Albuñol a doña Juana de Castilla y en 1508 adquirió La Rábita.
La expulsión de los moriscos en los primeros años del siglo XVII supuso el despoblamiento casi generalizado del territorio, que se colonizaría de nuevos castellanos y gallegos. No muy lejos, sin darnos cuenta, como por arte de magia, aparecen ante nosotros tres pueblos que situados entre rocas, parecen alcanzar el Mulhacen y el Veleta. Estamos en el Barranco de Poqueira, donde se encuentran los tres pueblos con más identidad de la Alpujarra: Pampaneira, Bubión y Capileira.
En 1834, Albuñol, se convierte en cabeza del partido judicial de su mismo nombre. A mediados del siglo XIX, la ciudad conoció un considerable auge económico, gracias a la producción de vino y pasas que se exportaban al extranjero desde los puertos de La Marmola o La Rábita, y que llegó a contar con más de 7.000 habitantes.
Hoy, como el resto de los pueblos próximos al litoral granadino, vuelve a recobrar su antigua pujanza gracias al desarrollo de la agricultura intensiva bajo plástico y a la atracción turística del territorio. Aunque el pueblo está enclavado en el interior, en su término municipal se encuentran dos pedanías costeras, El Pozuelo y La Rápita, donde hay una incipiente industria turística. En tanto que las laderas de estas montañas que se precipitan al Mediterráneo se encuentran ocupadas por invernaderos, que parecen desafiar a la ley de la gravedad.

De la montaña al mar

Albuñol se debate entre el mar y la montaña, con un espíritu entre alpujarreño y costero, que conforme llegamos a su interior se hace más abrupto y escalonado, y muestra de ello son sus famosos cerros como los del Gato, Los Gálvez, la Ermita, famosos por su producción de viñedos y almendras, así como también la conocida garganta de Las Angosturas, que cuenta con una ruta señalizada para recorrer el sendero.
En los alrededores del pueblo se encuentra la Cueva de los Murciélagos, un yacimiento del Neolítico de gran valor debido a los escasos restos orgánicos prehistóricos conservados en la Península. Fue descubierta en 1831 por un vecino del lugar que aprovechaba la capa de guano depositado por los murciélagos en la entrada de la cueva. En 1857, una compañía minera inició la explotación de la cueva debido a la aparición de material de plomo. Se abrieron varias salas en su interior, donde se localizaron y destruyeron objetos de gran interés arqueológico.
De los materiales que se pudieron salvar del expolio destacan, por su excepcional conservación, los objetos elaborados en esparto: distintos tipos de cestillos, tapaderas, esteras, y sandalias. Entre los objetos recuperados están también presentes los tallados en madera de roble, como medio cuenco y dos punzones que forman parte del Museo Arqueológico de Granada.
La gastronomía de este municipio no escapa de las influencias de la cercana comarca de Alpujarra y de la cocina marinera. Son muy conocidos el choto al ajillo, las ligas con pescado, los dulces moriscos y la leche frita.
Albuñol posee una tradición vinícola muy importante, y en sus cerros y laderas se cultivan las vides de los vinos ‘costa’, de singular sabor y alta graduación. Son muy conocidos algunos de sus embutidos, como los chorizos y morcillas. Es de destacar la producción de sus aromáticas almendras, base de los dulces tradicionales de Albuñol tales como los almendrados de higos secos

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