lunes, 9 de marzo de 2015

Cuando las niñas no iban al 'cole' granadahoy.com

La madre Teresa Titos fue pionera en la educación femenina de la provincia
ROSA FERNÁNDEZ MOTRIL
Arriba, clase impartida por Sor Cruz Campos en 1956. Abajo, colegio de Motril en su centenario.

Que una niña acuda hoy día al colegio no sólo es lo más habitual, sino que es un derecho reconocido en la propia Constitución. Sin embargo, hasta hace unos años esto no era así y la mayoría de las mujeres sabía que su vida transcurriría entre las labores de la casa o del campo, sumidas en la más completa incultura. 

Si las abuelas de esta generación han arrastrado este handicap a lo largo de su vida, en la época de sus madres la situación todavía era aún más desesperante. En aquel entonces nació en Granada una visionaria que se adelantó a su tiempo, jugando un papel fundamental en el acceso de las granadinas a la educación: la madre Teresa de Jesús Titos. 

Teresa Titos Garzón nació el 4 de enero de 1852 en la capital. Procedía de una familia con una buena posición social. Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento con el nombre de Teresa Aquilina de la Santísima Trinidad, en la iglesia de La Magdalena. Al morir su madre sus hermanas mayores se casaron (ella era la pequeña de la familia) y se quedó a vivir con su padre, ya que éste estaba muy enfermo. 

A los 20 años, al morir su progenitor, Teresa estudia la carrera de Magisterio e ingresa en el Beaterio de Santo Domingo en la Plaza del Realejo, donde se hizo dominica. Paseándose por las calles de Granada y, en concreto, por el barrio del Realejo, descubrió la gran injusticia que sufrían las niñas de la ciudad (en aquel tiempo solo los varones tenían derecho a ir a la escuela) y decidió construir un colegio donde todas las chicas sin excepción recibieran una educación gratuita. 

A los 31 años fue nombrada superiora. La Madre Teresa escribió ya un reglamento de Pedagogía de cómo las maestras deben educar a las niñas: tienen que trabajar el cerebro, que les mueva la inteligencia, los sentimientos, el corazón y las manos, que la mujer pueda ser útil, pero también cultivarse en disciplinas como música o gimnasia. Ella quería el desarrollo integral de la mujer. 

La educación se basaba en cuatro reglas básicas, a las que se suman la enseñanza de piano, costura y religión, completándose así los conocimientos que se consideraban adecuados para la correcta educación de las niñas. El objetivo de esta educación era desarrollar en sus corazones el amor, inculcándoles modales sencillos y distinguidos a través de tiernos y cariñosos cuidados. 

Ella compró aquellas casitas que formaban el Beaterio con la intención de construir un colegio, para lo que necesitaba un dinero que ella no tenía. Ya a finales del siglo XIX se convoca un concurso costeado por toda la capital para realizar un manto a la Virgen de las Angustias, para lo que anima a una de las monjas a bordar el manto. Federico García Lorca alabó en su obra sus habilidades: "en aquella época venturosa, Granada estaba dividida por dos grandes escuelas de bordado. De una parte, las monjas del Beaterio de Santo Domingo. De otra, la eminente Paquita Raya. Las monjas de Santo Domingo conservaban en una caja de terciopelo las dos agujas matrices de su escuela barroca, las dos agujas con que hicieron maravillas virginales las artistas sor Sacramento del Oro y sor Visitación de la Plata. Era aquella caja como el fuego vestal que inflamaba el corazón almidonado de las novicias. Elixir permanente de hilo y consulta". Así, la monja borda el manto ganador de ese concurso. Con esos miles de reales se pudo costear el edificio entero que incluía la casa madre y el colegio cuyas obras finalizaron en 1907. 

Antes de fundar el colegio en Granada, el párroco de la Encarnación de Motril solicitó el 22 de marzo de 1906 permiso al arzobispo para la construcción de una sucursal del real colegio de Santo Domingo de Granada quien, aunque en principio se muestra favorable, deniega esta petición el 11 de abril. Sin embargo, la Madre Teresa no cejó en su empeño y, finalmente, convenció al obispo de la bonanza del clima de Motril y de lo beneficioso para la salud de las monjas de los baños de agua en la playa para la circulación. El 4 octubre logró su aprobación. El colegio se funda el 30 de septiembre de 1907 y el 1 de octubre abre sus puertas con más de 80 niñas de pago y el doble de niñas que recibirían una educación de forma gratuita. 

Con la fundación del colegio de Motril, la orden de Santo Domingo dio un salto enorme, ya que se convierte en Congregación. En la ciudad costera, posteriormente, se fundó el colegio de Baena (que desapareció tras la Guerra Civil), luego otro en Loja, en Archidona, en Almagro, en Madrid. Se fue extendiendo su labor educativa por toda España y en 1927 cruza a América, donde se construye el primer colegio en Venezuela, a los que le siguieron muchos más. 

Cuando se cumple el centenario de su fallecimiento, perdura el rostro de la Madre Teresa, tal y como comenta sor Pilar, directora del colegio motrileño: "ella no está, pero están vivas sus obras". Y cita como ejemplo que cuando se licenció la primera monja que había estudiado Medicina de la Congregación, le concedieron una beca de investigación en Londres, pero renunció porque no había estudiado "para lucirse, sino para ayudar". De ahí que decidiera marcharse a África para trabajar por las niñas más pobres del planeta.

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