domingo, 5 de julio de 2015

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Espectacular actuación del Ballet Nacional de España en el Generalife en el estreno de 'Alento & Zaguán' Es el mejor espectáculo de danza del Festival hasta el momento
BRÍGIDA GALLEGO-COÍN GRANADA
Una experiencia fantástica ver anoche a nuestro Ballet Nacional. Cuando se conjuga el arte, la técnica y la belleza con ese duende que nace de lo más profundo de nuestra esencia española y andaluza es un orgullo. Parecía un sueño. 

Lleno de fuerza, un soplo de aliento que no deja que te vengas abajo y, si has caído, te ayuda a levantarte. Con ese mensaje apareció anoche el Ballet Nacional de España sobre las tablas del Generalife generando entusiasmo y aplausos. Atractivo, intenso, lleno de belleza, nuestro baile flamenco lo tiene todo y más bajo la visión fabulosa del actual director del Ballet Nacional de España, Antonio Najarro. 

El vestuario delicado y original de la gran Teresa Helbig vistió a un cuerpo de baile de geniales profesionales que dejan huella. Ellos, de verde, ellas de rosa palo. Los tonos nude caracteristicos de Helbig y sus diseños maravillosos añadieron un plus de belleza. La primera parte del espectáculo, Alento, fue un resumen bailado de lo que ha sido la carrera profesional de Antonio Najarro. Altos y bajos dominados por la fuerza interior de querer seguir adelante, de no desfallecer. Unos 45 minutos que pasaron volando gracias a una coreografía de belleza espectacular, coraje y fuerza con música de Fernando Egozcue; la pieza incluía fragmentos de trabajos anteriores de Najarro, Tango Flamenco y Jazzing Flamenco

Los bailarines demostraron una excepcional capacidad técnica, adaptándose a una coreografía donde dominó el ritmo y las castañuelas, en un personal ejercicio de estilo muy propio de Najarro, que cree que el baile flamenco puede admitir desde el jazz al blues, las palmas, el mantón o el traje de volantes. Un riesgo que sólo los grandes pueden superar. 

En la segunda parte, Zaguán, destacó la Soleá del mantón, una creación de Blanca del Rey donde el mantón se convirtió en un ser viviente, en una pareja de baile conmovedora, libre y llena de atractivo. Original y muy bella idea de tres artistas muy diferentes pero grandes: La Lupi, Mercedes Ruiz y Marco Flores. La Lupi nos ofreció unos tangos, Fonda de Carmencita, inspirados por las bailaoras de finales del siglo XIX, los tablaos y cafés cantantes de la época. Mercedes Ruiz firmó unas cantiñas de Córdoba, con los que perseguía llevar al escenario "el sabor de bailar bien por alegrías". Marco Flores creó unas seguiriyas y una guajira, palo normalmente para mujeres, que en esta ocasión bailaron cinco chicos. Con esta cantidad de sorpresas la segunda coreografía de la noche, Zaguán, hizo honor a su nombre. Se convirtió en una zona de paso, sin argumento, pero ni falta que le hacía. Una vez más, el Ballet Nacional de España triunfó en un Generalife entregado a nuestro arte. 

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