miércoles, 9 de diciembre de 2015

Ciencia y religión no pelean, se complementan elcolombiano

Funes está hoy en la Universidad de Córdoba, Argentina. Es astrónomo y sacerdote. JULIO C. HERRERA

POR RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

Ciencia y fe no están en conflicto, se complementan. Lo dice el jesuita José Gabriel Funes, quien hasta hace dos meses fuera por 9 años director del Observatorio Astronómico de El Vaticano. Sí, El Vaticano también hace ciencia, mira al cielo, las estrellas, el devenir del universo.
Es un observatorio de prestigio. Las observaciones se hacían desde la Santa Sede, luego en Castelgandolfo, pero por la contaminación lumínica hubo que buscar otros cielos: Arizona, aunque en aquella ciudad aún posee instalaciones y un laboratorio que analiza más de 1.400 fragmentos de meteoritos y donde se hace ciencia teórica. Una actividad científica sostenida por El Vaticano y una fundación de benefactores.
¿Qué es el observatorio?
“Es un observatorio astronómico. La Iglesia fue acusada en el siglo XIX de oscurantismo, de oponerse al desarrollo científico, por eso León XII en 1891 fundó el Observatorio Vaticano para mostrar que no se opone sino que lo promueve.
Desde El Vaticano se traslada en 1935 a Castelgandolfo y en los 80 debido a la contaminación luminosa abre un grupo de investigación en Arizona, donde está el telescopio.
Es especial, porque es el del papa y Pío 11 en 1935 conoció el observatorio de los jesuitas, entonces sus astrónomos son religiosos, lo que da también un mensaje de que ciencia y fe no se contraponen sino que se complementan. La mayoría son jesuitas, salvo uno.
Es una institución en la frontera entre ciencia y religión y estudiamos desde el Sistema Solar a objetos cercanos a la Tierra, la búsqueda de vida en el universo, organización de escuelas y congresos, la formación y evolución de galaxias y la cosmología, el Big Bang, el inicio y el fin del universo. Son temas que también estudian nuestros colegas. No es que los estudiemos desde una perspectiva distinta, colaboramos con colegas y publicamos en revistas especializadas”.
¿No hay sesgo religioso?
“No. El sesgo no va en nuestras investigaciones, sino en que somos religiosos, eso debería ser testimonio de que ciencia y fe son complementarias, se pueden ayudar, que si bien han estado en conflicto y a lo mejor en el futuro también pueden entrar, el diálogo sereno, que requiere honestidad intelectual, pensar bien del otro, que actuó en buena fe, debería marcar nuestro modo de hacer ciencia. Pero en la ciencia como tal, no, hacemos los mismos tipos de estuDios científicos que nuestros colegas y a eso se debe el prestigio”.
¿Cómo encuadra Dios en la astronomía, el Big Bang, el universo, tanto que se ha hablado de eso?
“De algún modo tienen razón, en este sentido, espero que me entienda lo que voy a a decir. Stephen Hawking dice que no se necesita Dios para explicar el universo. No es nuevo, ya Laplace, cuando Napoleón le preguntó sobre su idea de formación del Sistema Solar, dónde estaba Dios y él respondió: yo no necesito a Dios.
Si pensamos que Dios es la materia oscura, la energía oscura que me permite explicar lo que veo del universo, eso no es. Si creemos como los cristianos lo hacemos, que este universo ha surgido de la nada, que Dios lo sostiene en su existir, que si podemos estar dialogando en este momento es porque de algún modo Dios nos sostiene, somos únicos, cada uno es único, pero es el resultado de 14.000 millones de evolución, desde los primeros átomos.
Carl Sagan decía somos polvo de estrellas, sí lo somos, pero ser polvo de estrellas para mí es hermoso pero es poca cosa, somos polvo de estrellas que tienen el hálito divino, respiramos con el aliento que Dios nos ha dado, por eso somos seres espirituales capaces de amar, de hacer muchas cosas buenas y lamentablemente muchas malas. Dios no es aquella hipótesis o fuerza o materia oscura que me permite encontrar solución a las ecuaciones, ese no es Dios.
Tenemos que ser cuidadosos cuando hablamos de ciencia. Así como a la Biblia no le podemos pedir que les dé respuestas científicas a preguntas científicas porque no es un libro de ciencia, tampoco a la ciencia le podemos pedir que de respuestas profundas, porque no puede darle sentido a nuestras vidas”.
Dentro del trabajo que realizan, en cosmología, planetas, ¿no se contradice con la creencia de que somos únicos, que la Tierra es la única con vida? ¿Qué pasaría si se encuentra en otros planetas que han ido descubriendo, con la posibilidad además de un multiverso, no pierde fundamento la parte religiosa?
“Sabemos que el ser humano tiene una posición privilegiada en el cosmos. ¿Qué significa? Por principio cosmológico, no hay un centro. La gran revolución copernicana fue pasar de que la Tierra era el centro del sistema conocido al Sol. Una experta en exoplanetas dice que la próxima revolución copernicana será descubrir que hay vida inteligente en otras partes y eso posiblemente traiga otra revolución en el pensamiento humano, si ocurre.
¿Cómo podemos entender esa centralidad de la humanidad? Un modo, no el único, es pensar en la encarnación. Nos estamos preparando para Navidad, celebramos el nacimiento del hijo de Dios que se hace hombre en un momento y en un lugar concreto no solo de la humanidad sino del universo. Jesús se hace hombre cerca de 2.000 años atrás, en la Palestina, no en Colombia ni en Italia ni Francia, menos en Argentina. Es un evento único en la historia del universo y de la humanidad. Por la encarnación Dios se ha unido a todos los seres humanos, desde el comienzo de la humanidad hasta el último ser humano que exista. Ya la centralidad no la da el espacio físico que ocupamos, no la da el momento de la historia que estamos viviendo, la centralidad la da Jesús, desde el punto de vista teológico. Dios tiene preferencias por los más pobres, Dios ha elegido a lo mejor los más pobres que somos nosotros. La centralidad del ser humano viene dada por el amor que Dios nos tiene”.
¿Cómo se compaginan la religión, la creación y el origen del universo?
“La mejor explicación científica que tenemos del universo es el Big Bang. Ahora sabemos que se expande aceleradamente; en el pasado, 13.8000 millones de años atrás, estaba mucho más pequeño, en un volumen muy pequeño y a grandísimas temperaturas, eso poniéndolo simple, ahí podemos reconstruir desde la formación de los primeros átomos, galaxias, planetas, hasta hoy.
Desde el punto de vista de la fe, que se complementa, es otro modo de acercarnos a la realidad (la ciencia es un modo, la filosofía otro, las bellas artes otro), por la palabra de Dios inspirada en la Biblia sabemos que Dios ha creado de la nada, ha hecho pasar del no ser al ser, todo esto que vemos, que hay bondad, el universo es fundamentalmente bueno, nosotros lo somos a pesar de que hay tanto mal porque nos ha creado libres, la naturaleza, el cosmos es un don de Dios y por lo tanto lo tenemos que cuidar. Es el mensaje del papa Francisco, cuidar de esta Tierra, de la naturaleza porque es don de Dios y nosotros, parte del cosmos, somos polvo de estrellas.

La naturaleza no es Dios, no es un absoluto, el único absoluto es Dios, nosotros no, eso significa también que la historia del universo es contingente, puede desaparecer. Ese es el mensaje religioso que trata de responder esas preguntas, de dónde venimos, quién ha hecho todo esto, por qué, dar un sentido a todo este universo, que en 100.000 millones de galaxias existamos nosotros, los humanos que somos capaces de hacer tanto bien pero también de mucho mal. Dios tiene un proyecto de amor, de vida para nosotros y en la creación también podemos encontrar ese sentido a nuestra vida”.

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