domingo, 6 de marzo de 2016

El hombre de la antártida granadahoy.com

Los más de 20 años de trabajo en Isla Decepción han dado a la UGR credibilidad y calidad científica
J En la Antártida, se trabaja de forma interdisciplinar y en colaboración con científicos del todo el mundo. Por eso los investigadores de la UGR se han abierto puertas en otros países a través de sus campañas en el continente helado y han ganado gran reconocimiento científico.

Una llamada recibida en el Observatorio de Cartuja en 1988 marcó su vida. Jesús Ibáñez Godoy era entonces un físico recién licenciado y fue el primero en presentarse voluntario para viajar a la Antártida cuando el profesor del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ramón Ortiz telefoneó a la Universidad de Granada (UGR) para pedir un colaborador. 

Esa primera experiencia científica en el continente helado ha dado lugar a una de las páginas más brillantes de la investigación en sismología volcánica y al desarrollo de los experimentos más avanzados realizados en el mundo en esta materia. "La Antártida es la raíz de todo", reflexiona este profesor de la UGR, que ha pasado una vida bajo cero, acumulando experiencias, contactos y datos para realizar después importantes trabajos en otros lugares del mundo, en coordinación con científicos de decenas de países y casi siempre con el objetivo de predecir las erupciones volcánicas. 

"Aquel viaje fue muy importante porque coincidí con otros investigadores que me abrieron puertas en otros países, descubrí la importancia de la interdisciplinariedad y, sobre todo, la fascinación por los volcanes", relata Jesús Ibáñez. 

De la mano de este investigador del Instituto Andaluz de Geofísica, la Universidad de Granada lleva más de 20 años realizando campañas y experimentos en la Antártida. Y el sitio escogido es Isla Decepción, un lugar singular porque esconde bajo sus nieves un gran volcán y en este territorio se mezclan la lava, el agua, el fuego y el hielo, una combinación muy "explosiva". A lo largo de la historia ha sido lugar de reclamo para balleneros, albergó bases secretas en la Segunda Guerra Mundial, es un paraíso de biodiversidad y en los últimos años se ha convertido en reclamo turístico. 

Según el profesor Ibáñez, en aquellos años "España estuvo ágil" al instalar allí una base científica, la Gabriel de Castilla, que ha posibilitado el desarrollo de trabajos muy valiosos durante décadas. España es el país que más ha estudiado este rincón del mundo y el profesor granadino es el que ha firmado más artículos científicos publicados, según un estudio publicado en Antarctic Science. 

La UGR sigue haciendo campañas anuales en la Antártida, pero Jesús Ibáñez ya no se desplaza físicamente hasta allí desde 2005, año en el que realizaron un gran experimento, con más de un centenar de estaciones sísmicas y la participación de una treintena de personas. 

Dejó de viajar al extremo sur del planeta porque no pasaba las exigentes pruebas médicas y porque "hay que ampliar horizontes". Aunque su grupo sigue recabando datos cada año (la campaña de este año acaba de finalizar) en aquella isla, que es una base de pruebas única en el mundo, el investigador de la UGR aplica ahora todos esos conocimientos adquiridos durante décadas en experimentos en otros lugares del mundo y en proyectos de investigación vanguardistas en su ámbito de estudio. 

Han realizado importantes experimentos también en Canarias, pero la experiencia más llamativa fue en 2014 en el volcán italiano Etna. Ibáñez lo llama "el megaexperimento". Cinco buques oceanográficos (españoles, italianos y griegos), 90 personas de distintas nacionalidades involucradas y 120 estaciones sísmicas se movilizaron para aquella prueba cuyos resultados servirán para generar producción científica al menos hasta 2025. El experimento que coordinó el investigador granadino es el más complejo en sismología volcánica y en él participaron 16 instituciones de países como Rusia, Estados Unidos, Irlanda, México, Italia o Alemania. 

"No hace falta que nadie me convenza ahora de la internacionalización", explica este científico en relación a las actuales consignas y políticas científicas impulsadas por las instituciones. Jesús Ibáñez es muy crítico con los actuales responsables nacionales. "La política científica en España es de catetos, porque le estamos regalando la formación de nuestros investigadores a otros países". Ibáñez, que ha vivido en Estados Unidos, Japón, México, Turquía, Italia y Argentina, entre otros países, no es partidario de que en España se considere que un científico es valioso sólo si se va a trabajar fuera. "Es importante viajar, pero es necesario que la gente no se desvincule de su centro", explica este profesor que está viendo con impotencia como decenas de personas que se forman y preparan sus tesis en la UGR están generando ahora una enorme producción científica en otros países y otras instituciones, en gran parte con lo aprendido aquí. 

Con todo, este investigador considera que en la UGR hay un gran talento y precisamente está trabajando con algunos de los grupos de investigación más punteros en otras materias que pueden ser complementarias a la suya, como la Computación y Teoría de la Señal, para sacar el mejor provecho de la ingente cantidad de datos disponible. 


Sobre la base de este trabajo interdisciplinar, Ibáñez prepara ahora en un nuevo proyecto europeo para crear un consorcio liderado por la UGR. Y tiene en mente nuevos experimentos incluso más complejos que los del Etna en volcanes de México o Costa Rica. Una carrera científica en erupción.

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