viernes, 18 de marzo de 2016

Los economistas ortodoxos no entienden el cambio climático. ¿Y los políticos? el Huffington Post


Profesor titular de Economía Aplicada y escritor. Autor de 'Los crímenes de la secta'

"Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda". Esta frase de Upton Sinclair abre el informe Cambio climático. Evidencias, emisiones y políticas. Por una política inteligente contra el cambio climático, recién publicado por el Observatorio de la Sostenibilidad.
Aunque la economía ortodoxa no lo tome en serio, el cambio climático determina y determinará cada vez más nuestra actividad y nuestras vidas, desde su más pequeña dimensión hasta los rincones más insospechados de la economía mundial.
CAMBIO CLIMÁTICO Y ECONOMÍA GLOBAL
El Informe 2013 del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) confirma que los humanos somos responsables del "imprecedente" calentamiento del planeta en las últimas décadas, y de que las temperaturas globales hayan aumentado a un ritmo acelerado en los últimos años.
La Agencia de EEUU para la Ciencia añade que 2015 ha sido el año récord en calentamiento global, y que agosto ha sido el mes más cálido del que hay noticia. Un aviso a navegantes: en los dos primeros meses de 2016 se han vuelto a sobrepasar losrécords globales de temperaturas. Aun así, muchos economistas y no pocos políticos siguen pensando que la sostenibilidad no va con ellos, o no concuerda con la defensa de sus intereses y privilegios.
La Figura 1 recoge (en color rojo) los países que peor desempeño han tenido en los últimos años en la lucha contra el cambio climático. España figura entre ellos.
Figura 1: Mapa de resultados parciales relativos a la política climática
EVIDENCIAS DE CAMBIO CLIMÁTICO EN ESPAÑA
La cuenca mediterránea es una de las regiones del mundo más expuestas al cambio climático. La actividad económica ejercida sobre el entorno natural desde tiempos muy antiguos es responsable de la decadencia biológica de los ecosistemas europeos, de su alta compartimentación, su pérdida de biodiversidad y su cada vez menor resiliencia ante agresiones antrópicas de todo tipo.
Los ecosistemas del sur de Europa son altamente frágiles y, por ello, responden a los cambios ambientales simplificando su estructura, banalizando su biodiversidad y reduciendo la riqueza en especies. Este patrimonio, tal y como lo conocemos, se encuentra en serio peligro porque están siendo modificadas las variables que determinan la funcionalidad de los ciclos naturales.
En España, la funcionalidad del ciclo hidrológico -del que forma parte la dinámica climática- está gravemente amenazada, especialmente en el sur y en el Mediterráneo. El Informe OS16 trata en profundidad esas evidencias del cambio climático en nuestro país y ofrece nuevos índices sintéticos desglosados por regiones.
A modo de ejemplo, la Figura 2 refleja el total de emisiones del periodo 1990-2012, con Cataluña y Andalucía en los primeros lugares (en color negro). La Figura 3 recoge (en color verde) las comunidades autónomas políticamente más activas en la adaptación al cambio climático.
Fuente: OS16 (elaboración propia, a partir de datos del MAGRAMA).
Fuente: OS16 (elaboración propia).
EUROPA: ¿TARDE, MAL Y NUNCA?
La UE quiere ir por delante en temas que intuye de capital importancia para el futuro, como el cambio climático. Sin embargo, como sucede tantas veces, sus intenciones se diluyen frente a los problemas que los políticos y los economistas ortodoxos consideran más acuciantes, tal vez porque afectan a la coyuntura y a la dinámica del poder a corto plazo, aunque esa visión implique ignorar las consecuencias estructurales y los efectos más amplios que el cambio climático tiene en la población.
Distintos informes alertan del coste que implica para España cumplir el Acuerdo de París contra el cambio climático. Además, los marcos legales y administrativos que afectan a la política española en esa materia se deben desarrollar con instrumentos adecuados para afrontar cinco grandes retos:
Una política en favor de las energías renovables. Es decir, lo contrario de lo que ha sucedido en esta última legislatura, en la que hemos asistido a un, más que notable, parón en el sector, y ello ha puesto en peligro, entre otras cosas, el cumplimiento de los objetivos fijados por la UE para 2020 en materia de energías renovables. Revitalizar esos objetivos también implica reducir el uso de carbón y fomentar el autoconsumo y la energía distribuida.
Reducir las emisiones procedentes del transporte por carretera. Se trata de una fuente muy importante de emisiones difusas, sobre las que hay que actuar con decisión. Por ello, se deben adoptar también estrategias para avanzar en el objetivo de fomentar el transporte de mercancías en tren.
La aplicación real del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC). De hecho, uno de sus propósitos esenciales -mediante los programas de trabajo establecidos- consiste en facilitar el desarrollo de una política más activa de adaptación al cambio climático en España. El Plan se estructura en cuatro ejes e incluye entre sus pilares potenciar la investigación y reforzar la coordinación entre administraciones. Plataformas de difusión, comoAdapteCCa, son de indudable interés para promover la información y el trabajo conjunto entre los principales agentes implicados.
Activar el Plan Estratégico del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, y el Plan Forestal Español. Ambos deben volver a ponerse sobre la mesa, puesto que son instrumentos clave para integrar la adaptación al cambio climático en las normativas sectoriales de biodiversidad y bosques. El actual marco normativo sobre biodiversidad prevé suficientes instrumentos aplicables a la planificación, además de medidas de adaptación que no se están llevando a cabo.
Un plan de ejemplaridad de la Administración Pública española. En él debe incluirse la exigencia a proveedores y contratistas del cumplimiento de los compromisos climáticos establecidos, el uso de energías renovables (a proveedores), el cese de subvenciones perjudiciales para la lucha contra el cambio climático, y la conveniencia de favorecer la utilización de productos de cercanía y de agricultura ecológica (en particular, en comedores de colegios y de las Administraciones).
La respuesta adecuada a estos retos ha de incluirse en una nueva Ley del Cambio Climático que deberá desarrollar el nuevo gobierno para afrontar el desafío de trascendental importancia que nos espera. Esos retos tendrán que enmarcarse en normativas que incluyan una fiscalidad verde y una evaluación de todas las políticas (tanto en el diseño como en la rendición de cuentas frente al cambio climático). No hay que olvidar que esa filosofía ocupa un lugar destacado en los compromisos adquiridos y en las políticas y acciones desarrollas por la UE.
Ante el cambio climático, ¿seguirá la globalización económica marcando la pauta deldeterioro acelerado del planeta? Una vez más, ¿llegarán las respuestas europeas tarde, mal y nunca? En España, ¿seremos capaces de comprender que la sostenibilidad debe formar parte integral del diseño político, de la gestión económica y de nuestro quehacer cotidiano?
¿Comprenderán los políticos y los economistas ortodoxos que el cambio climático no es una variable exógena ni un elemento de escasa relevancia en los modelos que deberían iluminar -aunque con poca fortuna- sus decisiones? ¿Habrá más receptividad y voluntad de actuar ante los análisis sobre la sostenibilidad global? ¿Podremos profundizar nuestros estudios y difundir sus resultados, como pretende la publicación del Informe OS16?
Este artículo ha sido coescrito junto a Fernando Prieto, ecólogo del Observatorio de la Sostenibilidad.

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