viernes, 22 de abril de 2016

La Boca de la Pescá granadahoy.com

Durante la subida se disfruta de una envidiable panorámica del Valle de Dílar, los Alayos y las altas cumbres
IGNACIO HENAREs

LA Boca de la Pescá es una modesta cumbre de 1.518 metros de altitud en las estribaciones occidentales de Sierra Nevada, a caballo entre el parque Natural y Nacional, justo en el vértice en el confluyen los límites de los términos municipales de La Zubia, Gójar y Dílar. Se compone de dos cumbres gemelas que tienen pocos metros de diferencia en altura, cuya forma se asemeja a la boca abierta de un pez de donde toma el nombre. Sobre la más elevada se asienta una caseta de vigilancia de incendios forestales. 

Para acceder a la Boca de la Pescá tenemos dos opciones: 

1. Subida por el río Dílar: La primera opción parte desde la localidad de Dílar que sobrepasamos en dirección al río hasta llegar al área recreativa que hay junto al aula de naturaleza Ermita Vieja. Desde allí podemos iniciar nuestra ascensión a este paraje. Continuamos por el camino de acceso a la central eléctrica y nos desviamos a la izquierda por una vereda, unos metros antes de llegar a la propia central. Este sendero zigzagueante por el que se ganan metros de forma rápida se realizó para acceder a la cámara de carga de la central. Alcanzada la edificación de la cámara de carga, nos queda otro centenar de metros que subir para coronar la primera de las cimas de la Boca de la Pescá. Unos pocos metros más allá está la segunda cima en la que hay instalada una caseta de vigilancia contra incendios. Este itinerario está recomendado por Granada Accesible en su Guía de accesibilidad al medio natural granadino

2. Desde el Canal de la Espartera: La segunda alternativa parte desde La Zubia desde donde accedemos a Cumbres Verdes y desde allí hacia la Fuente del Hervidero. Podemos ir caminando desde aquí por Haza Larguilla o continuar la pista forestal hasta el Canal de la Espartera. En la explanada, junto a la caseta informativa del Parque Nacional, arranca un sendero de accesibilidad universal de alrededor de un kilómetro que nos conduce hasta el impresionante mirador interpretativo de Los Alayos. Desde aquí hasta nuestro destino tendremos un agradable paseo con la vista puesta arriba en el extremo oriental de la Boca de la Pescá, con un tramo final de subida más pronunciado, tras bordear el conocido como Cerro de las Pipas, por los restos fósiles de Dentalium unos moluscos excavadores denominados 'colmillos de mar' o 'pipas'. 

El paseo por la media montaña nevadense por Los Alayos, el Trevenque y toda esta zona de calizas dolomíticas, esconde un tesoro de joyas botánicas, con muchas especies que son endemismos exclusivos de estos parajes. Sobre los 'pobres' suelos de estas rocas conocidas como kakiritas, muy fracturadas por el alto grado de metamorfismo al que fueron sometidas en su formación, se desarrolla una flora muy especial que ha atraído desde antaño a botánicos y naturalistas. La Unión Europea incluyó los matorrales dolomíticos entre los hábitats europeos de interés prioritario para su conservación. 

Adaptaciones: Las plantas que viven en las dolomías tienen que hacer frentes a grandes limitaciones: toxicidad que suponen las altas concentraciones de carbonato cálcico-magnésico, escasa capacidad de retención de agua, alta reflexión de la luz que incide sobre las arenas blanquecinas… Sólo unas pocas especies han logrado colonizar con éxito estos hábitats para lo que han precisado de una serie de adaptaciones muy concretas, entre las que destacan un porte rastrero, con predominio de pequeñas matas (nanocaméfitos) y plantas que pierden anualmente la parte aérea (hemicriptófitos), aspecto sedoso o presencia de abundantes pelillos y colores blanquecinos o grisáceos, o finalmente un sistema radicular muy desarrollado en relación con el porte de la planta. 

Biodiversidad: Una de las comunidades más originales de Sierra Nevada son los tomillares dolomíticos en los que podemos encontrar una amplia variedad de especies como el abrótano chico (Santolina elegans), Rothmaleria granatensis, una margarita de color amarillo que aparece entre las piedras blancas y sueltas, la perdiguera del Trevenque, (Helianthemum pannosum) y su pariente H. appenninum estevei o Armeria filicaulis trevenqueana, una subespecie endémica que tiene esta zona como hábitat exclusivo. 

También es posible que nos encontremos con la correhuela de Sierra Nevada Convolvulus boissieri, una atractiva campanilla de color malva, Erodium boissieri, un geranio conocido como alfilerillo del Trevenque, Echinospartum boissieri, denominado piorno blanco o bolina, o varias especies de la familia de las 'compuestas' del género Centaurea como C. boissieri subsp. funkii, Centaurea granatensis o Centaurea bombycina, o la vulneraria amarilla (Anthyllis tejedensis), otro de los endemismos compartidos con las vecinas Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama. 

Además de mirar al suelo para recrearnos en esta atractiva flora podemos mirar al cielo para intentar localizar al águila real (en las zonas más elevadas) y a la perdicera (que suele moverse en cotas medias) o escudriñar en los riscos para ver a la cabra montés, emblema de la fauna nevadense. 

Algunas familias pueden presumir de vivir en la Boca de la Pescá ya que este topónimo tan granadino y tan nevadense ha sido recogido en el callejero de dos localidades granadinas. 

En La Zubia, en la Urbanización de Cumbres Verdes y junto a calles como La Cortijuela y Cerro de las Pipas, otros parajes emblemáticos de esta parte de Sierra Nevada, se encuentra la calle Boca de la Pescá, un lugar desde el que se puede divisar esta , desde allí, cercana cumbre. 


En la localidad de Los Ogíjares hay también otra calle con esta denominación, en este caso junto a las calles Trevenque o El Purche, otros topónimos famosos de la media montaña nevadense.

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