jueves, 4 de mayo de 2017

Granada en el centro granadahoy.com



ALBERTO MATARÁN

Dice Javier García Fernández (historiador del CES de Coimbra y de la UGR) que la conquista de Al-Andalus, y por tanto, también de Granada, fue un ensayo para la colonización del resto del mundo que siguió pautas similares al proceso que dejó marcada nuestra ciudad para siempre.
La onda larga de este tipo de seísmos históricos se hace patente durante siglos y permite entender algunas cosas que en otros lugares de Europa (y de España) serían inexplicables pero que asumimos fácilmente cuando hablamos de África o de América Latina. Por ejemplo, este análisis histórico aporta luz a la permanente subalternidad andaluza y en particular al arrinconamiento secular de Granada, a pesar de las cualidades evidentes de nuestra tierra y de nuestra gente.
Como ocurre en los regímenes neocoloniales, Susana Díaz en Andalucía y en su momento el exalcalde imputado José Torres Hurtado en Granada, se han encontrado muy a gusto en el agravio continuo de tal manera que han tendido a mantener ese espacio de confort, blindado a través de un sistema clientelar que poco tiene que ver con los intereses de la mayoría.
El 15-M nos despertó de ese letargo, aunque la particularidad histórica andaluza está retrasando aquí los cambios culturales y también políticos que se han producido más allá de Despeñaperros.
Las victorias del movimiento por los dos hospitales completos en Granada han mostrado por primera vez que el cambio es posible y por tanto están sirviendo de ejemplo para otras protestas y propuestas también importantes para nuestra tierra. Cuando el neocolonialismo y el clientelismo se tambalean son más evidentes sus corruptelas (como ha ocurrido con la operación Nazarí), su incapacidad para ceder ni un milímetro (como ocurrió durante meses con la fusión hospitalaria), y también se hacen más visibles sus maniobras para mantener el poder a toda costa, incluyendo ataques desmedidos contra la propia ciudad como la desconexión ferroviaria y contra los líderes de la sociedad civil a los que los gobiernos temen como a una vara verde.
Sin embargo, todo esto está multiplicando la indignación y dando alas a las gentes de Granada que ya no nos resignamos a protestar sólo en las barras de los bares. Así nos hemos dado cuenta de que el futuro nunca estuvo en las negociaciones en despachos lejanos de Sevilla, Madrid, o Bruselas, sino en la capacidad de nuestra gente para reclamar aquello que le corresponde. Cada día somos más conscientes de la fuerza nuestra ciudad para construir un proyecto común y soberano en el que Granada sea el centro y no la periferia como algunos pretenden.

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