sábado, 3 de marzo de 2018

El estrés de la pobreza se ceba en la salud mental infantil La Vanguardia

Un centenar de entidades sociales piden un plan y recursos


La pobreza afecta a un porcentaje cada vez mayor de la población infantil (LV)
La pobreza en la que vive el 29% de los niños y adolescentes catalanes enferma. Según datos de la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitaries (Aquas), las hospitalizaciones por problemas psiquiátricos, el consumo de psicofármacos y el diagnóstico de problemas severos de salud mental se multiplican por tres y hasta por cuatro entre los menores de 15 años en situación de pobreza. Así lo explicó la autora de la revisión, Ana García Altés, en unas jornadas sobre el impacto de la pobreza en la salud infantil, celebradas ayer en el hospital de Sant Joan de Déu.
“La raíz está en el estrés”, asegura la responsable de salud mental infantil y juvenil de este hospital, Montserrat Dolz. “Es una situación en bucle: los niños crecen en ese ambiente de estrés continuo por resolver lo más básico, comer y vivir en algún sitio. No hay tiempo para la calma, para el juego, para que los adultos le dediquen su atención más allá de esas necesidades básicas. Así que no hay estímulos, ni entrevistas con los maestros, ni preocupación por los buenos hábitos. Todo eso te pone en el camino de un trastorno mental”.
La capacidad de adaptación al estrés se altera cuando este es crónico y, si eso ocurre de niño, madurará mal. “El cortisol estará permanentemente alto y eso ­tiene un efecto directo sobre el neurodesarrollo, sobre la capa­cidad de planificar, la memoria, la adquisición del lenguaje y la flexibilidad cognitiva”, apunta Dolz.
Los comedores de entidades sociales parchean la malnutrición que acompaña a la pobreza infantil (Luis Tato)
Los niños en situación de pobreza reciben más tratamientos para el TDAH, por ejemplo, que la media. “Una muestra de que hay muchos más problemas de neurodesarrollo, pero tendremos que empezar a abordarlo de forma mucho más integral”, dice la psiquiatra.
Ese es el grito de guerra –un plan con soluciones integrales–, que dan el centenar de entidades sociales que participan en las jornadas. Ellas ponen cada día parches a esta situación que, denuncian, parece invisible.

Los niños en situación de pobreza reciben más tratamientos para el TDAH, por ejemplo, que la media.

“Necesitamos muchos más recursos profesionales, porque estamos hablando de problemas concretos de salud, no de abrir un comedor, sino de atender la ­malnutrición y sus causas”, insiste Carlos González, presidente de la asociación educativa Nou Quitxalles. “Los niños se están acostumbrando a ir a la compra al banco de alimentos y hay madres que reconocen que sería mejor un guiso que un frito, pero gasta demasiado gas y no pueden permitírselo. No podemos normalizar esto”.
En un manifiesto, el centenar de entidades proclaman la evidencia de que el problema existe y con secuelas que perdurarán y que eso amenaza los derechos de los niños y su futuro. Y por esas razones reclaman una intervención que englobe todos los entornos del niño y muchos más recursos para combatir la pobreza, dando prioridad a las familias donde haya menores.

La raíz está en el estrés. El cortisol está permanentemente alto y eso ­tiene un efecto directo sobre el neurodesarrollo, sobre la capa­cidad de planificar, la memoria, la adquisición del lenguaje y la flexibilidad cognitiva.


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